Su hijo había muerto hace 3 años, un día un niño toca la puerta y le dijo "mamá soy yo".

A lo largo de la historia de la humanidad, han sucedido eventos y sucesos paranormales que retan los parámetros intelectuales de la ciencia moderna y la capacidad de comprensión de los seres humanos para poder discernir y explicar dichos eventos.
El relato que vamos a contar a continuación, es una de esos increíbles acontecimientos que hacen temblar la razón de los escépticos, y nos pone a pensar en las posibilidades que existen para el alma y el espíritu después de la muerte.
La historia se remonta al año de 1945, en el condado de Bedford, en el estado norteamericano de Pensilvania; donde una familia promedio, de clase media, fue testigo de una experiencia desgarradora que adquirió popularidad inmediata al darse a conocer los hechos.
Era una familia conformada por Elizabeth Mae, la madre, Arthur Willson, el padre, y un hijo varon de 9 años de edad, Joseph...
Era una familia conflictiva y problemática, a la que los vecinos constantemente reportaban a la policía por alteraciones y altercados que se escuchaban a lo largo del vecindario. El padre, Arthur, tenía la reputación de ser una persona alcohólica quien gustaba de llegar a su casa y abusar física y verbalmente de su mujer. A él, la policía lo tenía bajo un registro especial, donde se ubicaban las personas que constantemente ocasionaban problemas al orden público, y que tenían que rendir horarios de labor social para evitar la prisión.

La madre, una mujer tranquila y sumisa, dedicada solamente al hogar y a su hijo. No oponía la mayor resistencia ante cualquiera de las pretensiones que Arthur tuviera para con ella, por lo que los vecinos al verla con claras señas de maltrato trataban de brindarle ayuda y reportaban estos hechos con la policía.
Un día, Elizabeth, quien salió por un prolongado tiempo de la casa, dejó a ambos de sus hijos encargados con su padre, pensando que todo estaría normal a su regreso… Cuando la mama de los gemelos llegó a casa, encontró a su esposo acostado sobre el las escaleras del porche, con una botella de whisky en la mano y un sentido de conciencia extraviado. Cuando logró despertarlo, le preguntó por Joseph, y este argumento no tener conocimiento de nada.
La angustiada madre, reportó, entre lágrimas, a la policía lo sucedido. El cuerpo policiaco, en conjunto con la sociedad civil, comenzaron una búsqueda exhaustiva del joven desaparecido, abarcando todo el condado de Bedford. Tras 2 días de continua búsqueda, el padre desconsolado y con el alama cansada y desesperanzada, decidió suspender la búsqueda al considerar inútil el esfuerzo.
El evento fue olvidado, y todo regreso a su habitual comportamiento, dentro de la casa de los Wilson como en el condado. Sin Embargo, a Elizabeth, la poseía un descontento y una sensación de que algo no estaba bien, tenía el presentimiento de que algo muy malo había acontecido y que necesitaba resolverse. Elizabeth no estaba conforme con la decisión de su esposo, y sobre todo, con vivir en la incertidumbre de saber el paradero de su hijo.
Después de tres largos años de vivir así, un día, Elizabeth escucha que tocan la puerta de su casa, al salir a responder el llamado, rompe en llanto al notar que son su hijo desaparecido aquel largo invierno. Incrédula y con sentimientos encontrados, lo tomó para llevarlo dentro pero, notó la resistencia que oponía, Elizabeth preguntó que qué pasaba, pero Joseph no respondió nada, sólo la tomó de la mano y con ella al lado, la dirigió hacia un lugar apartado del vecindario. Cada paso que daban, llenaba de cuestionamiento a la madre, apartarse del vecindario en el silencio con que su hijo caminaban, la llenaba de escalofríos. Las manos frías, el rostro pálido y ninguna expresión en sus ojos o rostro. Era mucho más de lo que la madre podía soportar. Al llegar a un baldío, Joseph paró y señaló un punto concreto del lugar. La madre se acercó dejándolo atrás y se paró sobre el lugar que había apuntado; al regresar la vista, vio al niño asentir con la cabeza y señalar el piso. Elizabeth comenzó a escarbar con sus manos, uñas y dedos, y al ver la primer gota de sangre de una cortada en la palma de su mano caer sobre la tierra, descubrió las piernas de un cuerpo… Cuando volteó al lugar donde había quedado su hijo, ya no estaba ahí.
El reporte policiaco informó que el cuerpo encontrado, pertenecían al niño extraviados aquel día de 1945, tres años atrás. El reporte declaró que fue asesinado a golpes por el padre. El Sr. Wilson fue sentenciado a pena de muerte, y la madre fue encontrada colgada dentro de su casa 3 días después.

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